¿Te has preguntado cómo serán las clases de Derecho en el futuro? La innovación docente puede darnos algunas pistas al respecto. Si el Derecho tiene fama de clásico, su enseñanza no puede quedar anquilosada en el pasado, especialmente en un contexto donde las nuevas problemáticas sociales y tecnológicas exigen al Derecho y a quienes lo ejercen estar en constante cambio. En un mundo en permanente y rápida evolución como nunca se había visto, es esencial, por tanto, que los profesores de Derecho mantengan sus prácticas docentes en constante actualización para asegurar que sus estudiantes estén preparados para enfrentar los desafíos que encontrarán en los juzgados.
Aunque apenas ha transcurrido una década desde que quien escribe estas líneas se sentaba tras el pupitre de la Facultad, lo cierto es que la enseñanza del Derecho ha evolucionado significativamente. Gran parte de esta evolución se ha debido a la incorporación al aula de las nuevas tecnologías, que van más allá de proyectar un simple PowerPoint, y a enfoques pedagógicos innovadores, como el empleo de métodos activos de aprendizaje y la colaboración interdisciplinaria, que hacen que el aprendizaje del Derecho como una tarea esencialmente memorística sea cosa del pasado.
En la era digital en la que vivimos, resulta innegable que la tecnología se ha convertido en una parte integral de la práctica legal y, como resultado, también de la enseñanza del Derecho. Las plataformas en línea ofrecen acceso a una amplia gama de recursos, desde repositorios jurisprudenciales hasta bibliotecas virtuales, que hacen que encontrar la bibliografía básica de cualquier asignatura de la carrera o artículos académicos sobre las más variopintas cuestiones jurídicas sea cuestión de unos pocos clics. Esto no solo hace que la investigación sea más accesible para los estudiantes, especialmente para aquéllos de último curso que se enfrentan al tan temido Trabajo de Fin de Grado (a menudo, para muchos, su primer trabajo de investigación de envergadura), sino que también les brinda la oportunidad de explorar la variedad de perspectivas doctrinales que académicos y prácticos mantienen sobre un tema determinado, cuando no comparar diversos sistemas legales y tradiciones jurídicas.
Pero el empleo de la tecnología en la enseñanza del Derecho va mucho más allá de la investigación. Las llamadas «aulas» o «campus» virtuales, de uso generalizado en cualquier universidad, se han convertido en una prolongación del aula física. A través de sus múltiples herramientas de colaboración en línea, éstas ofrecen un espacio de interacción virtual entre profesores y alumnos que está transformando también la forma de enseñar y aprender Derecho. Los foros de discusión, por ejemplo, son el nuevo ágora virtual donde el profesor puede iniciar y moderar un debate entre los estudiantes, o incluso continuar uno suscitado en el aula, sobre un caso de actualidad relacionado con la asignatura. A través de estos entornos virtuales educativos, los estudiantes también pueden colaborar en trabajos de grupo, al tiempo que reciben retroalimentación de sus profesores sobre las tareas que entregan a través de la plataforma.
Finalmente, la tecnología ha revolucionado la enseñanza a distancia, tanto en el ámbito universitario como del Derecho. Este modelo educativo facilita el acceso a la universidad a quienes no pueden asistir en persona. Las clases en línea pueden desarrollarse de diferentes formas: síncrona, asíncrona e híbrida. Las clases síncronas suponen que el profesor imparte la lección en tiempo real a través de videoconferencia, permitiendo la interacción en vivo entre estudiantes y profesor. Además, la sesión puede ser grabada para que los estudiantes puedan revisarla o incluso verla, en caso de no haber podido asistir en el día y la hora programada. Por otro lado, las clases asíncronas ofrecen flexibilidad de tiempo, ya que el profesor graba las lecciones y las sube a la plataforma virtual. Los estudiantes pueden acceder y revisar el material en diferido, adaptándose a sus propios horarios y ritmos de estudio.
Sin embargo, la modalidad híbrida emerge como la más enriquecedora y dinámica de las tres. Aquí, el profesor imparte una clase presencial mientras simultáneamente la retransmite en vivo a través de la plataforma. Esto posibilita un contacto fluido entre los estudiantes que asisten en persona y aquéllos que participan de manera virtual, creando un entorno de aprendizaje mutuamente colaborativo y enriquecedor donde los estudiantes de ambas modalidades pueden hacer preguntas, debatir y colaborar en tiempo real, independientemente de su ubicación física. La modalidad híbrida combina, así, lo mejor de ambos mundos, ya que permite integrar al estudiante en línea en una clase presencial real.
Pero la tecnología no es la única fuerza impulsora de la innovación docente en la enseñanza del Derecho. La evaluación por competencias, introducida por el llamado Plan Bolonia, ha promovido la implementación de metodologías activas de aprendizaje que también están desempeñando un papel crucial en la transformación del aula de Derecho. En lugar de limitarse a escuchar clases magistrales, los estudiantes adoptan un rol activo en su propio proceso de aprendizaje, lo que se consigue a través de actividades prácticas como debates, exposiciones, resolución de casos y simulaciones de juicios. Estas actividades, comúnmente parte de la evaluación continua, no solo ayudan a los alumnos al desarrollo de habilidades prácticas esenciales para su futura carrera como juristas, sino que también estimulan el pensamiento crítico y la capacidad para identificar y resolver controversias legales.
Al mismo tiempo, la evaluación continua permite que la calificación del estudiante no dependa exclusivamente del examen final. En su lugar, se emplean un conjunto de métodos de evaluación para medir el desempeño de los estudiantes en las distintas competencias y objetivos de aprendizaje. La retroalimentación regular y constructiva que proporciona la evaluación continua es, a su vez, fundamental para que los estudiantes identifiquen las áreas de mejora a lo largo del curso y puedan adquirir progresivamente los conocimientos de la asignatura.
Por otra parte, muchos problemas legales tienen ramificaciones en otras áreas del conocimiento, como la economía, la política, la medicina o la ética, lo que obliga al jurista a auxiliarse de profesionales de otras áreas. Por ello, resulta cada vez más necesario garantizar el contacto de los estudiantes con estos profesionales de otras disciplinas de los que tendrán que auxiliarse en su desempeño profesional, como puedan ser peritos o médicos. Esto se logra mediante la organización conjunta de cursos y talleres, así como a través de seminarios en las clases de Derecho donde estos profesionales son invitados a participar como ponentes.
Los aspectos abordados son sólo algunas de las innovaciones docentes en la enseñanza del Derecho que transforman el aula en un espacio dinámico y colaborativo. En ellas, los estudiantes de Derecho pueden desarrollar las competencias y adquirir los conocimientos necesarios para culminar su titulación convertidos en juristas del siglo XXI. Desde la integración de la tecnología en el aula hasta la adopción de métodos activos de aprendizaje y la colaboración interdisciplinaria, los profesores de Derecho continúan explorando nuevas formas de proporcionar una formación integral a sus estudiantes que responda satisfactoriamente a las exigencias de la sociedad y del mercado laboral. Lejos de ser algo del pasado, el futuro de la enseñanza del Derecho parece más prometedor que nunca.
Daniel Gracia Pérez